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martes, 26 de julio de 2016

Veraneo en la pantalla: Orgullo y Prejuicio, un clásico trending topic


Además de ver series y películas, muchas, soy una ávida lectora. Por supuesto he leído y releído Orgullo y Prejuicio con pasión, el mundo es siempre un poco mejor junto a Mr Darcy, y como soy una fan incondicional y bastante pesada, no se me suele escapar ninguna adaptación a la que pueda hincar el diente. No todas son realmente satisfactorias, pero es una historia tan redonda, romántica, divertida y llena de encanto que puedes encontrar algo disfrutable en cada ocasión. Cuando el acercamiento es acertado suele ser una verdadera delicia, y de ese modo puedes continuar en el bucle infinito de enamorarte de Darcy, de Lizzie, o de la historia en general, por siempre jamás.

En este verano casero, por obligación, os animo a escapar del calor paseando por la campiña inglesa y sonriendo cortésmente tras un abanico, con estas tres deliciosas adaptaciones de éste clásico imperecedero al que las nuevas tecnologías le sientan tan bien:

Seguro que conocéis la famosísima adaptación de la BBC que encumbró al, hasta ese momento, desconocido Colin Firth y que se cuenta entre las mejores, si no la mejor, traslación de un libro a la pantalla. Tras estas palabras poco puedo añadir, salvo que si no la habéis visto YA ESTÁIS TARDANDO. Es una adaptación maravillosa, cuidada, con unos actores en estado de gracia que como es el caso de Firth, se colaría en el imaginario colectivo como el “auténtico” Mr Darcy.  Lo veríamos de nuevo en este papel en el acertadísimo casting de El Diario de Bridget Jones, un perfecto “Tu personaje me suena”!!! Esta serie se convirtió en el espejo en el que se han mirado todas las historias de época rodadas posteriormente, y si tiene algo que la engrandece especialmente es el conseguir transmitir el gran sentido del humor de la novela. Es una joya imprescindible.



Esta miniserie es diferente a la anterior por muchas razones, la principal es que la protagonista de la historia no es Elisabeth Bennet, es Amanda Price y ella vive en 2008. Tiene uno de esos móviles que se abrían como una almeja, el pelo teñido y dice palabrotas… Pero ella es fan, superfan como yo, de Orgullo y Prejuicio y un día, por arte del magia, tal cual (os sonará esto de Dramaworld…) se intercambia con Lizzie y aparece al comienzo de su libro favorito. Así que tendrá que cambiar su ropa, adaptar sus modales y sobre todo intentar que la historia siga su curso sin que la protagonista esté presente. La adaptación de la obra está bastante bien, el Mr Darcy de esta versión es impecable, y todos los cambios que surgen debidos a la interferencia de la aparición de Amanda están muy conseguidos. Incluso se dan ramificaciones alternativas y nuevas visiones de los personajes clásicos realmente interesantes. Es una versión muy divertida y a la vez una reflexión bastante conseguida de la obra y de la riqueza de sus personajes.



La última adaptación que os presento es la más transgresora sin duda. En esta ocasión estamos ante un videoblog ficticio de Youtube, en el que una absolutamente contemporánea Lizzie nos cuenta su día a día junto a su alocada familia y su mejor amiga Charlotte. En los microepisodios, de unos 3 minutos de duración, iremos conociendo la cascada de acontecimientos que la llegada de Bing Lee, rico estudiante de medicina, junto a su misterioso amigo Darcy, desencadena en la familia Bennet. El diario personal da paso posteriormente a diarios alternativos en los que podremos conocer los puntos de vista e información fresca de personajes secundarios como Lydia Bennet, Gigi Darcy o la familia Collins. Además de lo curioso del proyecto tengo que añadir que me ha sacado muchas sonrisas y la resolución de los problemas de contar una historia tan grande con unos recursos tan pequeños es en algunos casos bastante brillante. Son muchísimos episodios, así que a pesar de su miniduración hay Orgullo y Prejuicio para rato. Y tienen sección de Preguntas!!!! Mr Darcy, Darcy en esta ocasión, es, de nuevo, intachable, y además un hipster adorable :D



*Si alguien se lo pregunta no pienso elegir entre los distintos Darcy, los quiero a todos por igual y cada uno me deleita a su manera #MrDarcyforever #Deeplove #Tecomo

*Sí, podía haber optado por imágenes que muestren a otros personajes pero no quiero.

jueves, 11 de febrero de 2016

This is love: Doctor en Alaska



Los que me han leído hasta ahora saben que veo muchas series, pero lo que quizás no saben es que puedo llegar a tener una relación realmente intensa con ellas. No siempre desde luego, veo series bastante chorras que olvido a la velocidad de la luz, pero hay otras que se me adhieren a la piel  y ahí se quedan. No sólo me ocurre con las series, digamos que me sucede con la ficción en todas sus formas, pero las series, por su formato alargado en el tiempo y de consumo (más o menos) puntual,  tienen la posibilidad de asentarse con más calado en mí.

La primera vez que me enamoré de una serie, porque quizás eso sea lo que más se asemeje a lo que siento, fue con Doctor en Alaska. Y el primer amor nunca se olvida. No soy objetiva con ella, no lo soy con ninguna pero con ésta mucho menos, y jamás admitiré ninguna crítica negativa sobre nada que tenga que ver con la serie. Para mí es absolutamente perfecta,  y no se trata de un recuerdo de halo brillante en mi memoria, ya que a lo largo de mis tres décadas de vida he visto sus 110 episodios completos en tres ocasiones, algunos muchas más veces, ya que parecía que La2 tenía sus predilectos a la hora de repetir capítulos, y sé que disfrutaré muchos más visionados si la suerte me acompaña.

Podría escribir un blog completo sólo hablando de ella, de sus personajes, de sus escenas más memorables, de los libros, películas, música o historias que nos regalaba en cada episodio, y quizás lo haga algún día, pero hoy sólo me regodearé en mi amor por ella. Y si alguien se anima a compartir el suyo me hará más que feliz.

Caí prendida de las historias de Cicely, pueblo centro de la historia, a mediados de los 90, cuando no era más que una preadolescente sin acceso al mando a distancia y sin mucho control sobre mis horarios. En aquellos tiempos estábamos acostumbrados al continuo maltrato al que las cadenas de televisión nos tenían sometidos, pero Doctor en Alaska se llevaba el oro en el caos televisivo con horarios nunca fijos, incluso los días de emisión podían moverse sin previo aviso,  tremendamente tardíos, y sin llegar a mantener nunca una cronología acorde con las emisiones originales. Doctor en Alaska era una serie casi inaccesible para mí, pero no por ello permití que mi amor imposible se desvaneciese. Fueron las madrugadas de los largos veranos sin colegio mi única posibilidad disfrutar de ella como de un fruto prohibido, y son esas calurosas noches con el volumen de la tele al mínimo y con el teletexto continuamente mostrándome un horario incumplido, uno de mis mejores recuerdos de aquella época.

Quizás fue esa mezcla de niñez y adultez en la que me encontraba la que permitió que al igual que Joel, el médico neoyorkino protagonista de la aventura, me fuese abriendo a la realidad mágica de Alaska y fuese llenándome del frío de sus bosques, la filosofía de sus ondas de radio o la camaradería de sus sillas de bar. Pero veinte años después pocos dilemas en los que me pone la vida no han sido cuestionados, debatidos y dulcemente compartidos por los habitantes de Cicely conmigo. En algún lugar decían (no lo recuerdo) que era imposible luchar contra la influencia de la televisión en la educación de los hijos, que en última instancia Madonna tiene más peso en su formación que cualquiera de sus familiares o maestros, es una cuestión de tiempo y de atención. Debe ser la referencia más noventera que os podáis echar a la cara, pero no por ello menos cierta. Yo podría afirmar que Doctor en Alaska fue mi Madonna, y que de pocas cosas puedo estar más orgullosa.